CADA PADRE QUE AMPARA ES UN SER EMPODERADO AL QUE HAY QUE APOYAR.
CADA COMADRONA QUE ACOMPAÑA ES UN SER AMOROSO AL QUE HAY QUE
SOSTENER. CADA DOULA QUE NUTRE ES UN SER LLENO DE TERNURA.
TRABAJANDO JUNTOS DESDE EL RESPETO MUTUO Y LA COOPERACIÓN,
TEJEREMOS EL MANTO DE PAZ PARA UN MUNDO MEJOR.
Parto natural con cesarea anterior en Pius Hospital de Valls. La primera vez que descubrí lo que era una doula fue un viernes a las 10 de la mañana, embarazada de siete meses, y el martes a las 3 de la tarde ya había contratado los servicios de una. Me pareció tan buena idea tener apoyo psicológico en mi parto. Iba a intentar un PVDC y sabía que no sería fácil; en un hospital el tiempo siempre jugaría en nuestra contra y las doulas tranquilizan a la madre para que su parto fluya con mayor rapidez. Para premio mi doula era una hipno-doula, que me dio unos cds de hipnosis guiada para poder soportar mejor las contracciones y durante la primera fase del parto me fueron genial.
El día de mi parto vino a casa, nos ayudó con la comida, insistió en que me mantuviera hidratada y utilizó técnicas de relajación para que soportara mejor las contracciones. Todo iba tan bien... Pero cuando llegamos al hospital fue como una pesadilla... Había 4 partos más y tan sólo una matrona... Nos dejaron entrar a los tres y la doula nos acompañó en todo momento y eso permitió que mi pareja pudiera salir a comer y nos tranquilizaba siempre que la comadrona no podía estar con nosotros porque tenía que atender los otros 4 partos. Ella se mantenía discreta y cuando entraba la matrona y nos decía que había que poner la vía con medicación o poner correas ella se apartaba silenciosamente y aprovechaba para comer algo o salir al lavabo.
No fue una horita corta, las contracciones parecían que no se iban a acabar nunca y ella me ayudaba a respirarlas y gemirlas con más calma. En varias ocasiones tiré la toalla y lloriqueé pidiendo la epidural, pero mi doula con el apoyo de mi pareja me masajearon y me mantuvieron entretenida con duchas, cambios de posturas y ánimos hasta que fue la delicada hora del expulsivo. Entonces entró la comadrona exhausta con tanto parto y le pidió a mi doula que la avisara cuando el bebé estuviera a punto de coronar. Y así lo hizo. Durante el expulsivo yo estaba inmersa en un intenso viaje interior pero oía a mi pareja susurrar con la doula y hacerle un sinfín de preguntas, como: eso es normal? Eso de ahí es la cabeza? Es normal que salga tanta sangre? Etc... La doula iba respondiendo a todas sus preguntas y me animó mucho cuando me decía que lo estaba haciendo fenomenal y que ya se le veía la cabeza a mi peque. Fue estupendo que nadie me dirigiera los pujos. Me sentía segura y muy tranquila y mi pareja sonreía todo el rato de la emoción.
Cuando a mi bebé le faltaba poco para coronar la doula llamó a mi matrona y se apartó a un segundo plano a filmar el expulsivo para que pudiéramos tener el fantástico recuerdo.
Fue un parto muy respetado: mi matrona, Montse Bach se limitó a observar y sólo intervino al final, cuando el peque no salía con el último pujo le quitó una vuelta de cordón. Me puso a mi niño encima y sonrió. Mi doula, Zeresh también sonreía y mi pareja estaba eufórico; aunque yo eso sólo lo vería después en el video: en ese momento solo tenía ojos para mi hijo.
Qué gran día, qué parto más estupendo en un hospital público, qué suerte mi peque haber tenido un nacimiento tan suave y tan cálido y qué suerte la mía que me sentí tan arropada y querida en ese momento tan especial e importante de mi vida.
No os perdáis el video: todo un ejemplo de un gran trabajo en equipo.
Cira
Una mamá feliz :D